Un año más tiene lugar la Semana Europea de Prevención de Residuos, aunque más que de prevención, nos gusta hablar de reducción para poner el acento donde es más necesario. Por este motivo desde Amigos de la Tierra la renombramos como la Semana Europea de Reducción de Residuos.
Este año, se han reducido los residuos generados en España, pero no ha sido por efecto de las campañas de educación ambiental, ni por el cambio en el modelo de consumo, ni por las mejores prácticas de las empresas…, no, ha sido por la crisis económica que ha rebajado el consumo y, por tanto, la generación de residuos en un 2%.
El Estado no ha cumplido, por lo tanto, con el objetivo de desacoplar el Producto Interior Bruto (PIB) de la generación de residuos. Además, los datos publicados por Eurostat, a lo largo de este año, no nos dejan en muy buen lugar. Estamos en el puesto duodécimo en la eficacia de la gestión de residuos y, además, solo recuperamos el 33% de los mismos (¡vertemos e incineramos el 67%!) Si tenemos en cuenta que la generación de desechos per cápita en 2011 fue de 502 Kg. por persona y somos 46 millones de habitantes, si echamos cálculos, comprobamos que hemos enterrado y quemado más de 15 millones de toneladas de residuos.Pero, ¿qué es lo peor de estas cifras? Que en realidad hemos tirado y quemados 15 millones de toneladas de recursos naturales.
Esos “residuos” son recursos naturales en su origen. Recursos naturales valiosos, escasos, generalmente importados, con serios problemas medioambientales y sociales asociados a su extracción u obtención. Estos recursos pueden ser bauxita, para fabricar los envases de aluminio que acaban en vertederos, abandonados en el entorno o, en el mejor de los casos, reciclados. Las imágenes de las canteras de bauxita quitan las ganas de tomarse un refresco en lata.También puede ser papel, procedente de nuestros bosques, plástico, procedente del petróleo, metales pesados, piedras preciosas, etc. Y sin embargo, los productos en los que se incorporan estos materiales están pensados para durar el mínimo tiempo posible y, aunque nos suene absurdo, muchas veces lo damos por sentado y aceptamos. Los envases duran una media de 15 minutos una vez que se ha iniciado su consumo, la tecnología se diseña bajo parámetros de obsolescencia programada, los muebles, la ropa…, cada vez son más los productos que salen al mercado y cuya premisa de fabricación no es la duración y la reparabilidad.
En un contexto de crisis económica, ambiental y social en el que estamos viviendo, no tiene ninguna lógica el derroche de recursos, ni la pérdida de calidad ambiental y social de ninguna región, con el fin de enriquecer a los mercados. Al reducir nuestro consumo actual de recursos naturales, también se reducirá la cantidad de residuos generados y, por tanto, las injusticias asociadas a estas prácticas, sin necesidad de hacer esfuerzos extra. Suena bien, ¿no? Entonces, vamos a aceptar cada uno y cada una nuestra parte de responsabilidad, como ciudadano/a–consumidor/a, como gobernante, como fabricante, como vendedor. ¿Qué tienes que tener en cuenta? Las Erres: REDUCE, REPARA, REUTILIZA, RECICLA.